Cuando un diseñador entra a la carrera, lo hace con expectativas románticas sobre la creatividad: los colores y los dibujos en algún punto se convirtieron en el mecanismo de tangibilizar lo abstracto del pensamiento joven.
Sin embargo, esta idea se convierte en un escenario distinto cuando el aula se vuelve una excusa para enfrentarse a la diversidad en varias formas: nuevos puntos de vista, sabrán de realidades cercanas que han ignorado y harán amigos que tocarán su espíritu. En éstos cuatro años y más, los y las diseñadores desarrollarán una pasión por ser curiosos y preguntarse por qué antes de resolver cualquier problema.
En Hídrida, tenemos 10 proyectos que decidieron ver el mundo de manera distinta. Son diez interrogantes de cómo vemos nuestro cuerpo, cuál es nuestra relación con la naturaleza, cómo planteamos nuevas industrias, cómo generamos nuevas realidades.
Muchas gracias por permitirnos ser y estar (to be) en conjunto.
Rodrigo Muñoz-Valencia y Cristina Muñoz-Hidalgo
